miércoles, 13 de enero de 2010

La Poesía es un Arma Cargada de Futuro

Éste es un poema que llevo desde hace muchos años guardado en mi billetera ¿pero ése no es el lugar donde deben ir los billetes? Técnicamente sí, lo es.
Cuando para vos un poema tiene más valor que cualquier billete, entonces lo guardás hecho pliegues en una billetera, como yo con éste poema, al que he recurrido tantas veces y ahora quiero compartir con vos.



La Poesía es un arma cargada de futuro


cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia
fieramente existiendo, ciegamente afirmando, como un pulso que golpea las tinieblas;
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades, las bárbaras, terribles, amorosas crueldades:
se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos asfixiados piden ser, piden ritmo, piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto, con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como en pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto
para ser en tanto somos,
dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas, siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto y canto y cantando más allá de mis penas
personales,
me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos y calculo por eso con técnica, qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros;

Tal es mi poesía, poesía-herramienta

a la vez que latido de lo únanime y ciego.

Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.

No es un bello producto. No es un fruto perfecto.

Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto adentro llevamos; son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras y vuelan. Son más que lo mentado. Son lo más necesario:
lo que no tiene nombre.

Son gritos en el cielo y en la tierra son actos.



Gabriel Selaya -Salamanca, 16 de octubre de 1974-