domingo, 27 de diciembre de 2009

Poema Inédito

Alineación al centro¡Arriba Señor remolón!
me dicen despertador
ya las 7am son
y hay que salir a trabajar
para volver con el pan

Asi es la cosa,
afuera llueve
la suerte no llega a
jueves

Arriba Arriba!
salí de esa cama
al mal tiempo:
buena cara.

Hay tormenta
y ya no hay ganas,
ni una, ni mucho menos dos:
harás de tripas corazón
aunque no haya razón.

La vida es dura
así te dijeron,
y el trabajo es dignidad
aunque hoy sabés
felicidad
son cinco minutos
de más
remoloneando en el colchón
antes de ir a trabajar.

¡Arriba che que ya es muy tarde!
con el pan no jode
nadie
ni una lluvia
ni un colchón
ni un retraso
ni un patrón.

¿No escuchás, la puta madre?
¡Ya no lo repito más!
Saltá de esa cama y
pensá
que no importa que llueva
o jueves sea
total mañana tendrás
tus cinco minutos
de más...

*Este poema poco tiene que ver con mi poesía en prosa, ni salió de forma tan espontánea como la mayoría de mis escritos. Sin embargo, me gusta de vez en cuando experimentar las posibilidades de la rima y la estructura. Así quedó esto, casi como una canción. Espero os haya agradado*

jueves, 3 de diciembre de 2009

12va F.L.I.A (Faltan 2 días)

LA FLIA DEL FIN DE LA HISTORIA



5 y 6 de diciembre de 12 HS. a 12 HS.
DOCEAVA FERIA DEL LIBRO INDEPENDIENTE AUTOGESTIVA

GRÁFICA PATRICIOS
PATRICIOS 1941


“Queremos ser artífices de nuestro propio destino y no instrumento de la ambición de nadie.”

Los trabajadores de Gráfica Patricios


1-Las fábrikas rekuperadas


Esta es la cuarta FLIA que se hace en una fábrika rekuperada. De las 12 FLIAs realizadas hasta hoy, entonces, un tercio las hemos hecho en fábrikas recuperadas por sus trabajadores, sus verdaderos dueños.

¿Por qué este asunto de llevar poesía y arte a las fábrikas rekuperadas? ¿Es solamente un hecho de solidaridad con nuestros hermanos trabajadores? ¿O es que verdaderamente vamos a las fábrikas rekuperadas para aprender de ellas, de la polenta y la lucidez de los obreros a la hora de autogestionarse imaginativamente y horizontalmente?

La FLIA como kolektivo artístico-kultural, sin dudas creció a partir de la 8VA FLIA, que fue la primera en IMPA y la primera en una fábrika rekuperada, y en un momento donde estaban en proceso –amenazas- de desalojo. A partir de entonces la FLIA creció tanto interna como externamente.

¿Por qué vamos las y los poetas a las fábrikas rekuperadas? Porque también “queremos ser artífices de nuestro propio destino y no instrumento de la ambición de nadie.”



2-Resistiendo desde La Boca


Cuentan las crónicas históricas, que los primeros españoles que llegaron con Pedro de Mendoza, para fundar la Santa María de los Buenos Ayres, llegaron a las playas del hoy barrio de La Boca, allá por 1536. Y que los primeros seis españoles en desembarcar fueron devorados por feroces jaguares, nuestros felinos originarios.

Los historiadores aseguran que en el actual Parque Lezama, fue donde estos primeros europeos hicieron días después la primera fundación de lo que hoy es Buenos Ayres, construyendo cuatro iglesias y numerosas chozas y una casa para el sifilítico Mendoza, que comenzó el reparto de estas tierras entre sus alcaldes y regidores más ricos.

También cuentan las crónicas que donde hoy está esta inmensa babilonia, era tierra de los indyos Kerandíes- que también fueron conocidos como Pampas, y que según las crónicas del “banquero” alemán Schmidl, eran nómades como “gitanos”, y dieron una generosa bienvenida a los españoles regalándoles alimentos, especialmente pescados y carnes de guanacos y ñandúes. Sabemos además que los Kerandíes tomaban todas sus decisiones importantes a través de una asamblea o traun.

Siguen contando las crónicas históricas que los malagradecidos españoles, después de ser alimentados por los Kerandíes por dos semanas, un día que estos indyos no se aparecieron, se enfurecieron y comenzaron con sus abusos y maltratos que son bien conocidos en nuestro continente. Mendoza mandó a “tomar presos o matar a todos estos querandíes”, y apoderarse de su pueblo.

Los Kerandíes decidieron entonces cortarles los víveres a los españoles, que verdaderamente se empezaron a morir de hambre, al punto de canibalizarse entre ellos. Finalmente los Kerandíes, unidos-aliados a los indyos vecinos: Waraníes, Charrúas y Chana-Timbúes, atacaron y sitiaron Buenos Ayres y la prendieron fuego y quemaron las naves españolas. En cinco años nuestra hoy ciudad eran puras ruinas despobladas. Y Mendoza murió en alta mar huyendo a España, en medio de su delirio sifilítico.

Esta fue una verdadera victoria de resistencia, la primera que conoce nuestra historia, y nuestra ciudad, y es un hito fundacional de la resistencia guerrillera autóctona ante la opresión imperialista invasora: y tuvo su escenario en el hoy popularísimo barrio de La Boca.


3-La Boca y Barracas: Tierra de esclavos



¿Cómo sigue la historia de este popular barrio?

Sabemos que mientras pasaban los años, españoles, portugueses, ingleses, franceses y alemanes, entre otros europeos, con el tiempo hicieron de la llamada “Conquista de América”, el más grande genocidio de la Historia, con más de 100 millones de personas masacradas.

Mientras perpetuaban robos y saqueos también traían esclavos del Áfrika, por lo que “En épocas de la Colonia española La Boca era una zona de barracones para los esclavos negros”, como cuenta una crónica histórica. El genocidio y la esclavización, y el robo a gran escala y el contrabando entraron a nuestro país por la puerta grande, por los barrios de La Boca y Barracas.

En el libro Misteriosa Buenos Aires, de Manuel Mujica Lainez, los afros esclavizados no se rinden ante los abusos imperialistas, y uno de los esclavos se revela y mata a uno de los ingleses esclavistas de la South Sea Company.



4-La República Independiente de La Boca


Si hay un barrio popular en esta babilonia porteña ese barrio es La Boca, barrio de pintorescos conventillos, precarias casas de viejas chapas de variados colores. Además en La Boca está el club de fútbol argento sin dudas más popular de nuestro Sur: Boca.

Pero antes de eso hubo una República Independiente posible de ser soñada, dentro de esta metrópoli babilonia monstruosa e impiadosa, y esa es La Boca.

Cuentan las leyendas históricas que un grupo de trabajadores portuarios de origen italiano entraron en huelga alrededor de 1870; las leyendas dicen que estos inmigrantes eran “extremistas” anarkosocialistas, y declararon la República Independiente de la Boca, creando su propia bandera. Pero este movimiento separatista fue frustrado por el mismo general y político genocida de la llamada Conquista del Desierto: Julio Argentino Roca, que poco después sería presidente de nuestra república argenta, verdadera colonia dependiente del Imperialismo Inglés.

Años después hay una nueva declaración de la República Independiente de la Boca, en diciembre de 1907. Se designó un presidente, se creó un escudo que tenía una herradura –símbolo de la buena suerte- y en su interior estamparon una mano haciendo los cuernos “contra la jettatura”. Entre otras leyes y propuestas decretadas por este gobierno independiente y vanguardista, hubo un fuerte apoyo al movimiento feminista que comenzaba en Buenosayres. Y las luchas anarkosocialistas siguieron floreciendo un tiempo más en ese barrio, y en ese principio de siglo.



5-La Cooperativa Gráfica Patricios


Cuenta un trabajador de otra imprenta rekuperada recientemente (Javier Vargas, de Cooperativa Impresiones Barracas), que después de la crisis del 2001, “Conforti quiebra y la planta de avenida Patricios 1941 es recuperada por un grupo de trabajadores que la convierten en Cooperativa Gráfica Patricios”.

Es importante recalcar que la mayoría de estos trabajadores no tenían completos sus estudios secundarios, y así y todo llevaron adelante y autogestionaron exitosamente la empresa rekuperada, mejorando los sueldos y las condiciones de trabajo y aumentando notablemente el número de trabajadores.

Dentro de la misma fábrika hicieron funcionar también un centro cultural con talleres de teatro (con Norman Briski), pintura, música y fotografía; y también abrieron una escuela secundaria (al que asisten más de 150 adolescentes), un centro de salud barrial, y su propia radio (Radio Gráfica), entre otros proyectos autogestionados.

“Todo se debate en la asamblea” dice Eduardo Montes, uno de los cooperativistas de la fábrika, y agrega que “también consultamos con los vecinos, porque ellos serán la audiencia”, dice refiriéndose a la radio.

Y no sólo la Gráfica Patricios sirve de ejemplo a otras imprentas rekuperadas, sino que también les brinda apoyo legal, político y económico, unida a Chilavert, El Sol, Ferrograf y otras, dentro de la Red Gráfica Cooperativa, donde las imprentas rekuperadas-asociadas son más de doce.


6-Somos Nómades

La FLIA también tiene un espíritu nómade, gitanesco, aindiado, indomable y asambleario. Y como a los Kerandíes y a los anarkosocialistas y a los trabajadores de las rekuperadas, le gusta regalar buenas vibras, pero no le gusta ni quiere que la maneje nadie. La FLIA es gitana y va de acá para allá, y le gusta leerte la suerte y dice, gritando feliz: ¡Bienvenidas y bienvenidos a La Boca!

Siguiendo nuestro apoyo a las luchas obreras de resistencia, es que la FLIA llega a la Gráfica Patricios, plantada en la frontera “artificial” entre La Boca y Barracas.

Como poetas y escritores y editores independientes autogestionados, nos sumamos a la lucha de esta fábrika-imprenta rekuperada y autogestionada por sus propios trabajadores, porque creemos en otra forma de escribir y editar y difundir las palabras, palabras para regalar, palabras resplandecientes que traigan un brillo nuevo a este mundo ensombrecido, palabras para resistir, palabras independientes para independizarnos de una vez de la opresión sistematizada y establecida dominante.



7-La FLIA del Fin de la Historia


La FLIA tiene estrella. La FLIA es nuestra estrella. Y la estrella de la FLIA es la FLIA misma.

Y ésta FLIA no sólo es la FLIA de findeaño: es la FLIA de la Repúblika Independiente de La Boca, una FLIA Histórika en un barrio históriko: es “la 12”, la FLIA del Fin de la Historia. Pero no el findelahistoria como lo manifestaron los teóricos del neocapitalismo en los 90, es decir como el fin de las ideologías. Sino más bien evocando el findelahistoria como fue entendido por los sabios mayas y andinos, con las profecías del año 12 o el 2012: es decir, como el fin de este sistema opresor.


sábado 5 y domingo 6 de diciembre
(en caso de lluvia se pasa al 12 y 13 de diciembre)
Cooperativa Gráfica Patricios

Patricios 1941



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martes, 10 de noviembre de 2009

Féretro para Dos x Escrituras Indie

Hoy tengo el agrado de recomendarles una novela sin fisuras, de discurso fluido, con descripciones y metáforas muy interesantes: “Alguien está cortando cebollas en la tabla de mi corazón. Soy yo mismo y casi lo disfruto”.

La estética de la tapa al estilo Tim Burton, nos anticipa un relato de amor que trasciende la muerte, pero no la muerte como tal sino en sus múltiples variantes; final de un proceso, cambio, pasaje a otro estado, etc. El féretro compartido y esta novela son un portal que permiten vislumbrar la trascendencia y la superación de los cambios de la vida.

La relación amorosa fluctuante narrada en este libro sirvió como excusa de un relato que está lleno de anécdotas, de pensamientos y de la subjetividad del autor exhibida a flor de piel: “como alejarme para ver claramente si hoy mi corazón es un hierro candente que puede marcar mil páginas antes de ser recalentado”. Sebastián construye un mundo propio, es capaz de develarnos a través de su cuerpo y sus visiones, cómo los cambios, la perdidas familiares, las separaciones, crecer y ser adulto son solo procesos vitales que a pesar de todo forman parte de lo que uno es, del “drama” propio, de ahí la cita de Henrry Miller que da inicio al libro: …“el drama siempre va a ser la vida de cada uno y no la de otro. Un hermoso, terrible, ineluctable drama, como un traje hecho de nuestra propia piel…”
La vida es presentada en esta novela como un cúmulo de situaciones en cambio constante, donde todo termina y a la vez vuelve a empezar, de una u otra manera, el ocaso de las cosas nunca es definitivo: “Un canto en voz baja hoy. Un grito mañana, tal vez, cuando mis huesos empiecen a perder memoria de aquello que fue mi carne. Y fin. Y todas las ganas de traicionar este fin. Y este nuevo comienzo que al fin y al cabo no es mas que otro final”. La situación con Salvia (su novia) está hecha de rupturas y reencuentros, el tiempo se las ingenia para hacer de sus rupturas algo frágil. Otro ejemplo de esa idea de los finales que no lo son “porque estamos hechos de tantos finales” es la separación de los padres de Sebastián que no es separación del todo porque la madre continúa enamorada, a pesar de que el padre la haya olvidado. Este amor no correspondido genera en Sebastián y su hermana, una situación que no concluye, porque el deseo de ella está siempre presente. Otro es la muerte de los abuelos que a pesar de la muerte continúan formando parte de la vida del personaje, porque él vive en la casa de ellos, entre sus cosas cargadas de pasado y recuerdos.

La novela Féretro para dos está construida desde lo autobiográfico, el autor es un artista joven que frecuenta lugares habituales, esta muy cerca de la realidad y la vive tratando de sobrevivir. Como todos los jóvenes artistas recibe acusaciones de este tipo:

“-yo trabajo todo el día y vos te quedas en tu casa, rascándote el oboe en el sofá (oboe sonaba mucho mas poético que higo, como un ángel que tocara este instrumento y que no es mas que una prolongación de su cuerpo)”


El lenguaje está muy bien trabajado, tanto que por momentos queda en segundo plano, no se esfuerza por decir, sólo dice. Es un discurso fluido que articula muy bien entre sí las descripciones y las digresiones temporales y subjetivas de las que está cargada la narración.
Generalmente en mis reseñas hago algunas criticas (constructivas, obvio) pero en este caso no hay critica para resaltar, es un libro cálido y crudo por momentos. Entretenido e interesante. Como obra no tiene falencias. No hay más que decir, solo, lean Féretro para dos:

“Una sobredosis de sensibilidad me había entumecido el corazón y lo sentía tan dormido como un brazo que estuvo toda la noche bajo el peso de mi cuerpo…no importa cuanto pegara pechazos contra la pared para despertarlo. La misma pared era otro hormiguero en ebullición.”


Si quieren visitar el sitio de Sebastián Lastra: http://sebastianpablolastra.blogspot.com/
Pueden conseguir sus libros en la Feria del libro Independiente o contactándose con el autor vía mail.

¡¡Aplausos para Sebastián lastra!! Arte, arte, arte libre para todo el mundo…


Nadia Caramella

http://escriturasindie.blogspot.com


* La reseña también ha sido publicada en los siguientes enlaces*

http://www.poesiaurbana.com.ar/2007/content/view/1242/726/

http://www.ellibrepensador.com/2009/11/17/feretro-para-dos-de-sebastian-pablo-lastra/

http://www.noticiascadadia.com/noticia/22117-feretro-para-dos-de-sebastian-pablo-lastra/

viernes, 23 de octubre de 2009

Collage n° 1 y n° 2




viernes, 25 de septiembre de 2009

Presentación "Féretro para Dos"


Mañana estaré presentando mi libro en el barrio de Victoria, será bienvenid@ todo aquel que se quiera pegar una vuelta, muchas gracias!

lunes, 14 de septiembre de 2009

Ya Salió!!!

Foto: 12/9 Primera presentación pública de "Féretro para Dos" en la 1° F.L.I.A, La Plata


Basta de adelantos! Ahora ya podés tener en tus manos mi tan esperado segundo libro...

En el Aura del Sauce presenta, una novela de Sebastián Pablo Lastra
"Féretro para Dos"

1ra edición, Buenos Aires 2009
184 páginas / 10 x 17cm
I.S.B.N: 978-987-24634-0-3
Tirada: 200 ejemplares

Diseño de Interior: Sebastián Bruzzese
(sebruz@gmail.com)

Arte de Tapa: Rodrigo Campos
(gauchito85@hotmail.com)

Diseño de Tapa: Nahuel Fredes
(nahuelfredes@hotmail.com)


Si te interesa conseguir un ejemplar podés pedirlo escribiendo a: cheeba79@gmail.com

Próximamente en librerías, ferias y puntos de distribución


jueves, 10 de septiembre de 2009

Nuevo Adelanto, Féretro para Dos

Luego de un año de idas y vueltas, de alguna que otra presentación pública y de lecturas personales a amigos con oídos pacientes, el sueño de un segundo libro hecho papel ya casi es una realidad... faltan apenas unos días...
Agradezco a quienes me han hecho llegar comentarios via mail o que lo han hecho aquí mismo y me alientan a continuar con una de las cosas que más disfruto hacer en esta vida.

Entonces, aquí les dejo unos nuevos fragmentos aislados del libro...




Y vuelvo a vos mientras me siento al filo del cordón para observar cada adoquín como una revelación del pasado.
Hay demasiadas cosas en la calle empedrada de mi cerebro. Debo ir soltándolas de a poco, una a la vez, caóticamente si es necesario ¿qué no lo es? Voy trazando mi propio mapa del tesoro para esconderlo bajo esa piedra suelta pero luego olvido cuál es y ya no tengo forma de encontrar mi botín, entonces no queda más remedio que aflojar todas las piedras y transformar esa calle en una calle de tierra y seguir cavando hasta el mismo centro del planeta, si es que hace falta.


Llegó otra idea vestida de calandria. No parece tener hambre sino que se me regala regurgitando una reserva del buche. Me escruta de reojo como lo hacen ciertos pájaros que parecen adivinar tus intenciones, estudiándote en un lapso de recreo antes de retornar a sus funciones. No me muevo, casi ni respiro y se queda más de la cuenta.
Nos hipnotizamos mutuamente. Escucho un campanilleo y le cuento mi anécdota. Es mamá llamando a cenar, haciendo sonar una campanita de cerámica. Desde los once o doce años sólo puedo escucharla en mi memoria. ¡Qué alegre era! A comerrrrrrrrrrrrr, la r periódica y el olor de la cena.
A veces la hacía sonar a propósito, a cualquier hora, y los jugos gástricos rebalsaban de emoción. Cada noche la campanita antecedía una sabrosa sorpresa.
Hasta que dejó de sonar y mamá dejó de cocinarnos. Si no cocinaba para mi padre no tenía sentido cocinar para nadie más. Ni para mi hermana. Ni para mí. Ni para el gato.
Recuerdo una tarde en particular. Eran las tres o las cuatro de la tarde y pasaba gran parte del día solo. No había ni en la alacena ni en la heladera absolutamente nada que pudiera comerse crudo y el gran problema estaba en que no sabía prender la hornalla y aún no había masticado bocado.
No sabía usar el magiclick. No le encontraba la vuelta al abrelatas. Me ensaño con una lata de atún y otra de jardinera. Voy al galpón y encuentro un martillo y un cortafierros, pero termino haciendo un desastre. No me pueden ganar dos latas de mierda…
Cruzo la calle desesperado y no con poca vergüenza le pido a una vecina que me las abra. Qué tonto. Parecía tan fácil... al menos en manos hábiles.
Y ese fue el último día de mi vida como machista. Desde entonces había que cocinarse, que lavarse, que aprender a limpiarse el culo con el áspero papel de la vida.
La calandria se identifica con mi historia y parece recordar el momento en que apenas era una vulva hambrienta. Bastaba con abrir el maxilar lo más tirante posible para que alguien te echara un bocado y enseguida se va volando dejando el vacío de su silueta.


Pocas moralejas me han sacado tanto de quicio como aquella de la cigarra y la hormiga. Desde niño siempre supe que mi destino era el de la cigarra. No había otra opción posible. Resistiría con todas mis fuerzas para no transformarme en una hormiga. O moriría en el intento. Me sublevaría contra todos aquellos que pretendieran mostrarme cómo mover las antenas. Cómo mirar al mundo con ojos que no me pertenecen. Como cargar tanta cantidad de veces mi propio peso. Reivindiqué la suerte de la cigarra. De todas las cigarras. Pensé muchas otras moralejas posibles en las que la cigarra resultaba triunfando. Lloré su muerte como lloraría la propia si pudiera hacerlo. ¿Qué digo? ¡La lloré como cada vez que he muerto. Como cada vez que me han matado. Como cada vez que me dejé morir.
La hormiga es la sociedad. El egoísmo autómata. El reflejo condicionado. La previsión constante para los malos tiempos ¡Y todos son malos tiempos cuando te olvidás de disfrutar de vos mismo! Y todos son malos tiempos cuando no te detenés a preguntarte quién sos y cuál es tu misión (porque la tenés, aunque pretendás desentenderte de ella). Cuando tu vida se transformó en un recreo que dura muy poco.
La hormiga es una puerta que se cierra. Que te deja morir de hambre y de frío en invierno. Es un “yo te avisé pero vos no quisiste escucharme, ahora atenete a las consecuencias”.
Todos somos hormigas que atenazan sus propias migas individuales. Todos escondemos nuestro miedo en el recoveco más oscuro del hormiguero. Allí donde no pueda encontrarlo nadie más. Quizás ni siquiera nosotros mismos.
Constituyamos ahora una hermosa sociedad de cigarras alegres, ociosas, despreocupadas. Cantemos toda la primavera, verano, otoño e invierno. Cantemos aunque no existan las estaciones y cantemos en las estaciones de todos los planetas. Cantemos aunque nuestras alas estén gastadas. ¿Qué es más fácil decirlo que hacerlo? (esa es la pregunta que te hará toda hormiga). Es fácil si empezás a hacerlo hoy. Si te echás panza arriba a gozar tu presente y entonar tu propia canción, aunque te hayan arrebatado todo el repertorio y debas empezar de nuevo ¿por qué las hormigas siguen siendo más y más poderosas? ¿Por qué tantas cigarras deben disfrazarse de hormiga?
Echemos alcohol de quemar y un fósforo en la boca del hormiguero. Dejemos el suelo infecto y remontemos la rama más elevada.
Y aunque apenas lleguemos a mitad del tronco, entonces esa será nuestra cima y al menos lo habremos intentado.
Mientras tanto, no tendremos pocos problemas. Dalo por hecho.

No tengo dinero. El dinero es alérgico a mis manos. Mi billetera murió de inanición hace tiempo. La asesiné cuando quiso masticarme los documentos para tragarse el vapor adherido de un billete de dos pesos. Debería haber matado también mis documentos. Ni siquiera parezco ser el mismo de la foto y no me gusta deletrear ocho números después de mi nombre. Si me cayera muerto en este momento tendría que pagarle al piso en cuotas, flexibles, cómodas, es decir con intereses. Todo tiene un interés. La vida es una tabla de debe-haber. El saldo es la carta marcada para ganarte todas las partidas. El débito tu vida.
Desde niños nos enseñan a manejar dinero, nos acostumbran a contarlo, a plancharlo, a cuidarlo, a ser responsables y no derrocharlo, a esconderlo en las medias, en las pelotas, en el corpiño, el mandado se premia con el vuelto y ojo no vayan a robarte. Andate con ojos en la nuca. Ponele un candado doble traba al bolsillo. Una clave de diez dígitos a la tranquilidad (porque nunca anduve tranquilo con dinero de sobra encima). El ratón Pérez es un usurero que vende dientes al triple de lo que los paga. Y pensar que me aflojaba los colmillos con una tenaza para que viniera más rápido y pudiera ser más rico al despertar. Un billete caliente bajo el plato de ñoquis. Ritual. Superstición. Superchería. Estampitas. Velas. Oraciones. Ruegos. Cintitas de colores. ¿Qué sería de todos los dioses si no se les pudiera pedir dinero? ¿Por qué la figura de la alcancía es un chancho, ese animal que podría deglutir sus propios huesos y los tuyos también? Te incluyo en mis tres deseos, justo después de amor y antes de salud. Soplo las velitas y te invoco en el humo. Te deseo a raudales a ráfagas y aludes, del piso al techo. Hasta que me tapes. Hasta que ya no pueda ni contarte. Nacer es dinero. Morir es dinero. Todos los días entre medio son dinero. ¡Y si no te gusta exiliate a Mercurio! Mientras tanto tendrás que seguir girando el rodillo y golpeándote las rodillas porque los limones nunca coinciden en la misma línea. El mundo para el que nos preparan puede ser todo lo poético que quieras, pero que sea con dinero. Sin dinero se acaba la poesía y no se llena la barriga. Sin dinero no podrás pagarte ni una buena siesta. La almohada te sacudirá la cabeza en la mejor parte, justo cuando tenías al sueño en ropa interior y con el sexo húmedo. ¿Por qué?
¿Por qué sigue siendo legal el dinero e ilegal cultivar una flor? La constitución es la más pura declaración de anticonstitucionalidad.
Que no se nos pase la hora de ser consecuentes con nuestras propias leyes porque todas las que fueron inventadas nos presionan la nuca para que no levantemos la cabeza. Para que no podamos ver. Para que cuando se te contracture el cuello no preguntes porqué. Porque es más sencillo acostumbrarse a soportar la cefalea, las vértebras de nuestros deseos cotidianos herniados.
Que las neuronas y todas las células forniquen salvajemente el sexo de las cavernas. Que se aflojen las arandelas. Quiero escuchar el respaldo golpear y los tirantes crujir contra las paredes de adentro de tu cuerpo.

Fragmentos extraídos del libro "Féretro para Dos", Sebastián Pablo Lastra 2008

lunes, 31 de agosto de 2009

Féretro para Dos (Adelanto de la Novela)

Hoy les traigo un pequeño fragmento de mi segundo libro, próximo a salir de la imprenta en estos días...


Hace muchos días que no escribo una sola coma, demasiados como para rebobinar el almanaque y recordar dónde es que había quedado y cómo se supone que iba a continuar. El calendario de mi creación es vago e irregular y un sábado azul se echa a dormir sobre un domingo rojo mientras despierto a un lunes verde y le digo que es hora de volver a empezar. Agasajo mi ego con mates calientes y tortas fritas caseras y un paquete de cigarrillos listo para ser abierto y eso es más de lo que necesito para contar.

Mi razón es copiloto de mi corazón y ambos viajan a buena velocidad a través de mis días, hasta que el uno advierte demasiado tarde sobre una curva cerrada y poco prevista y el otro se ve obligado a clavar el freno de mano y volantear y mi vida es un auto loco que derrapa y queda de costado echando humo, fuera de carrera y con olor a neumático incendiado; en la pista circular de la existencia todo fin vuelve a ser comienzo.

Ya no quiero prometerle a mis promesas ni que me hinquen la cabeza para que las acaricie, esperando siempre la prorroga de un paseo.

Y en ese preciso momento todos los pensamientos que me esforcé en domar se entregan mansos a comer de mis neuronas. Todos los ríos violentos son calmos arroyos. La gota de una nueva idea hace plic en el agua de mi mente y sus esferas se expanden en mi conciencia. Escondo la cabeza bajo la almohada. No. Ahora no. Por favor. ¡Basta! Déjenme en paz. Junto piedras en mi cabeza y hago una barricada mental, pero el agua no se estanca, no se detiene, se filtra en nuevos hilos de ideas y cada pequeña piedra que muevo cambia el destino del cauce.

Ahora me estoy evaporando. Sobre mí flota una bruma espesa y el sol amenaza con dejarme seco.

Enciendo la luz en estado gaseoso y escribo esta nube, esta nube insignificante y desflecada teniendo un cielo por llenar… pero ya es algo mientras proyecto largarme a llover encima de tuyo.

Acompaño a mi madre a hacer los trámites a la funeraria. Son las seis de la mañana y hace frío mientras un empleado nos muestra una carpeta con varias opciones del servicio que ofrecen: coronas grandes, medianas y pequeñas, ramos y arreglos para todos los bolsillos, ornamentos, urnas, nichos, parcelas, libros de firmas, tarjeteros, grabado de placas, arte funerario: sagrarios, figuras de bronce, foto esmalte enlozada color o blanco y negro, etc, etc.

Me siento tan indeciso como si tuviera una carta ante mí, un menú con lista de bebidas, entrada, plato principal, parrilla, postres... y mi madre me consulta pero le respondo con la mirada ¿qué mierda estamos haciendo?

Dejamos de lado la cartilla y el mismo empleado nos conduce hasta un patiecito exterior. Subimos una angostísima y alta escalera de cemento y llegamos a una habitación iluminada por una lamparita desnuda.

También hay féretros para todas las economías: Los de la obra social del estado servían, según nos dijo el empleado, para los indigentes, para los muertos sin familiares que los reclamen. Mientras escucho estas palabras toco esa madera y noto que no hay demasiada diferencia con la de un cajón de manzanas astillado y me cruza por la mente la idea de que en un cementerio de animales en Pilar algún perro bienaventurado recibirá más digna sepultura que aquel mendigo que limosnea en la puerta de la iglesia local.

El resto seguía ordenado de menor a mayor según su valor, el tipo de madera, labrado, bisagras, manijas, ataúdes ecológicos, artesanales, laqueados, pintados a mano, elegantes diseños con cruces y cristos muertos más grandes y llamativos. El empleado espera de brazos cruzados pensando en la comisión que se llevará. La psicología del sepelio es la de siempre, hacerte sentir que cuanto más invertís más demostrás amar a tu ser perdido, y así todo funeral se transforma en una especie de ritual mafioso.

Optamos por el anteúltimo cuya madera parecía mejor que la de mi cama.

“¿Te parece que éste le habría gustado a la abuela?” –pregunta mi madre como si comprara una blusa de regalo. “Sí, me parece que está bien, elegilo si querés, parece de buena calidad”, cuando en realidad pensaba: “¿cómo es posible que alguien pueda pensar si va a gustarle su propio ataúd? ¿Cuál te gustaría a vos que estás leyendo?”

Estaba harto y quería salir de allí lo antes posible.

Es hora de entregar sus documentos cuando recuerdo que yo era su apoderado y en dos días debía cobrar el dinero de su pensión y que tal vez podríamos darlo por perdido o echar una corrida a la fotocopiadora de la esquina y realizar el trámite de todas maneras. Los muertos siguen viviendo cuando pueden proveer de un dinero.

Nada parecía haber cambiado en casi seis años, desde esa noche que velamos al abuelo en el mismo lugar: los mismos sillones de cuero marrón clarito, el frasco plástico de café instantáneo seco en el que metían sus cucharas los familiares de los velados, el mismo sueño conciente de que en realidad no estaba allí, mosquitos con mucha más sed que los de tu habitación y vigilantes con crema pastelera.

Ya es media mañana y apenas veo ingresar gente con cara de circunstancia; familiares o conocidos que nunca antes había visto y a los que les había chupado un huevo preocuparse por mi abuela en vida.

¿De qué se lamentaban estos malos actores empeñados en mostrarse afligidos? Todos parecían decir: “no te olvidés que vine a tu velorio cuando te toque ir al mío”.

Odiaba estas actitudes y yo mismo empezaba a caer en ellas. Avisé a muchos de mis amigos con tiempo suficiente pero no veía aparecer a ninguno de ellos y pongo en funcionamiento mi “amistómetro” y pienso en por qué no están ahí conmigo en ese momento. Estúpida tarea, por cierto.

Me acerco a la abuela por primera vez. Los curiosos se apartaron y el cajón quedó solo. Casi puedo escucharla pidiéndome agua como la madrugada anterior pero ahora las cosas habían cambiado. Las comisuras que antes se refrescaban estaban selladas con pegamento. Uno de sus ojos estaba apenas entreabierto e imaginé que estaría soñando de la misma manera que la había observado durante cientos de horas muertas.

Sus pómulos están hundidos y su piel tiene el color del arroz con un poco de azafrán.

Dejo fluir mis pensamientos sin intenciones de reprimirlos ni comunicarlos, una avalancha de obscenidades escatológicas, teniendo en cuenta la situación: los besos que dio y los orgasmos que gritó y las uñas que clavó... Sí, jamás había pensado en todas esas cosas al verla y ahora aparecían tan claras y vivas mientras los jugos se secaban, las funciones dejaban de funcionar y los esfínteres se cerraban cada vez más hasta hacerse polvo.

Alguien me sorprende abrazándome por la espalda y pretende contener mi dolor pero está llorando y yo no y su llanto me contagia mientras siento que una lágrima me pega un tarascón en el ojo.

Salgo a tragar un poco de humo pero el cielo no tiene mejor cara, parece estar sufriendo una severa pataleta al hígado, como si se hubiera atosigado con nubes de grasa y todo parece un gigantesco bloque de paté de foie.

Mi madre me recrimina porqué fumo tanto y me da la orden de acompañar a mi hermana a elegir un ramo de flores. No pongo resistencia y lo hago por inercia como quien no se encuentra en sus cinco sentidos piel adentro.

Nunca creí en las flores. Cada vez que veía un florero lleno también veía pétalos caídos y cálices achicharrados y sentía olores marchitos, la belleza cayéndose a pedazos, el egoísmo de regalar lo efímero y quizás toda belleza sea así de traicionera, pero prefiero creer en la belleza eterna, como en ese invento de la rosa de metal de Arlt.

Otras veces asociaba el florero a un globo de gas con el que jugaba en mi infancia y me quedaba dormido entusiasmado de verlo pegado al techo y al despertar lo buscaría para seguir jugando, pero siempre lo encontraba desinflado y pachucho en un rincón.

Es por eso que todos los años en los que la primavera inaugura su día o cuando las parejas van tomadas de la mano un catorce de febrero y las damas florean sus flores orgullosas, yo regalo semillas o plantas en maceta: si querés ver tu flor ensuciate las manos con tierra y regalá todos los días, trabajá por tu belleza que es tu propia invención y que no puede comprarse y si llega la hora de velarla espero te aprovisiones de las cáscaras de la nueva vida.

Llegamos a la florería en cuestión. “Elijan un ramito lindo” había dicho mi madre. La empleada rebosa alegría y en mi rostro le muestro todas las sonrisas que suicidé ese día.

Nos está dando a elegir y hace la cosa larga, dos de éstas, tres de aquéllas; esas son muy bonitas y están frescas. La parsimonia de esa ceremonia me está enloqueciendo y la empleada no deja de sonreír estúpidamente. Mientras me dedico a odiarla ella parece fortalecer su postura y refregarla contra mi descompostura. Soy un nene rabioso y pretenden someter mi empaco hundiendo mi cabeza en una bacha con agua helada.

Mi hermana no se apura y la deja actuar y yo también, pero callo porque sólo podría insultar. Ahora está pulverizando otro ramo y atándole una cintita, así queda lindo, ¿no?

Desaparezco de escena sin decir nada y mientras espero a que mi hermana salga rápido de allí dentro, postro mi violencia en un escalón y mi vista se marea al ver toda esa alfombra multicolor amputada en baldes. Los colores y las formas se mezclan y creo estar delirando y aprieto los dientes de ira cuando veo a una abeja confundida posarse sobre un clavel.

De poco servía odiar a la muerte y a sus promotores, a la empleada de la florería, al empleado de la funeraria, al cielo que no era celeste y a la abeja equivocada.

Todos hacían su trabajo y yo estaba ahí y no podía revertir nada. La frase de la abuela repiqueteaba contra mis paredones craneales como una pelota en una cancha de paddle abandonada y me di cuenta de que la estaba extrañando.

Me encierro en el baño del velatorio y paso el cerrojo por si alguna lágrima se le ocurría escapar y contar lo que estaba haciendo: llorar, llorar... mis párpados se convirtieron en los trampolines de una pileta olímpica desde donde las lágrimas se tiraban de cabeza y nadaban todos los estilos en mis mejillas y así lloré varios largos ida y vuelta, porque las lágrimas parecían estar disfrutando del deporte de llorar y volvían al trampolín una vez más, a echarse un clavado monumental.

Me iba en lágrimas mientras pensaba que después de todo la abuela siempre había sido compasiva conmigo. Le contaría a todas las enfermeras que su nieto era como la luna porque se quedaba de noche y su nieta como el sol porque trabajaba de día. Y todavía podía enorgullecerse de cosas que yo había dicho o hecho cuando tenía cinco años y siempre me defendía cuando todos me acusaban de vago e irresponsable y me daba monedas para tabaco como si nunca hubieran dejado de ser para caramelos masticables.

Llegan dos empleados de alguna herrería con sus cajas de herramientas y se ganan una rebanada extra por sellar aquel cajón. Están dispuestos uno de cada lado fundiendo algo que parece aluminio en ebullición y después soldarán las coyunturas mientras veo que arrojan relámpagos violetas sobre el rostro de ese cristo tallado en madera.

Me concentro en el último segundo en que la veré, ese instante en el que querré deslizarme al interior con ella, salir corriendo y empujar a esos sujetos y gritarles qué carajo están haciendo, es mi abuela la que está ahí adentro. Pero ya dejé de verla y no me moví un milímetro, los hombres están enrollando cables y hay olor a quemado y todos lloran mientras las ramas más altas de mi árbol genealógico se quedan sin hojas.